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Obra de Michel Agulló

Hoy 15 de mayo no podemos hablar de otra cosa que no sea la festividad más castiza de Madrid, con sus historias y leyendas surgidas a lo largo de los siglos contadas por los gatos madrileños, ese es el día de San Isidro Labrador.

Ha llegado el momento en el  que chulapos y chulapas se visten con sus mejores trajes, se cubren con mantones y boinas y salen a bailar el chotis en verbenas, romerías en la pradera de San Isidro y Las Vistillas. Todo esto aderezado con banderillas, escabeches, tortillas, garrapiñadas, manzanas caramelizadas, barquillos, las famosas tapas de entresijos y gallinejas ,y sobre todo, las rosquillas del santo.

Cuenta la historia que llegada la fecha de la festividad, se encaminaba una tendera cargada de las mejores rosquillas de Madrid a la pradera de San Isidro, era la Tía Javiera. Algunos dicen que procedía de Talavera otros que era de Villarejo de Salvanés, lo cierto es que la afamada vendedora de estos postres típicos tuvo mucho éxito, pero ningún hijo, por lo que a la falta de ella muchos se subieron al carro asegurando ser parientes de la tía Javiera.

Un viejo Sainete de la época reza así:

Pronto no habrá cachipé

En Madrid, duque ni hortera

Con la que la Tía Javiera

Emparentado no esté.           

Las rosquillas de la Tía Javiera eran denominadas las tontas y las listas.

 Las primeras eran muy simples elaboradas con harina, huevo, aceite y un toque de anís, posteriormente se le añadiría azúcar. Las segundas, las listas, tenían la misma base pero con una cubierta de glaseado de claras de huevo, limón y azúcar.

Pero no solo son típicas las rosquillas mencionadas, también lo son las de Santa Clara, vendidas por las monjas clarisas para solventar algunos gastos de la orden en el monasterio de la Visitación estas están cubiertas de merengue horneado y seco.

No podemos olvidar las denominadas “Francesas”. Dicen que Doña Bárbara de Braganza , esposa de Fernando VI, no le gustaban las rosquillas tontas por sosas. Eso le llevó a solicitar a  su cocinero, posiblemente francés, que las alegrara un poco, así que le añadió azúcar glasé y almendra picada a este legendario postre , haciéndolo más atractivo para los más golosos.

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Pero, ¿quién era este santo y que hizo para que lo nombrasen nada más y nada menos el Patrón de Madrid?

Breve y curiosa  historia de SAN ISIDRO LABRADOR

Isidro Labrador era hijo de colonos mozárabes en la época de la reconquista. Crece a medio camino entre la cultura árabe y la cristiana, trabajó como jornalero de Don Juan Vargas, señor villano al que el monarca Alfonso VI concedió señoríos y concesiones sobre los terrenos conquistados.

Cuentan que causó varios milagros, entre ellos , multiplicó comida para alimentar tanto personas necesitadas como animales, con sus rezos hizo que  seres divinos le ayudaran a arar con bueyes o que un lobo dejase de merodear alrededor de un burro aliviando así a los niños del lugar que preocupadísimos solicitaron su ayuda. Pero por lo que es más conocido es por el poder que tenía sobre las aguas. Hay quien dice que podría ser zahorí, otros aseguran que era pocero, cuenta la leyenda que el hijo del propio Isidro Labrador cayó a un pozo , el santo al verlo , hizo brotar las aguas hasta que el crío floto sobre ellas y pudo cogerlo.

El milagro del pozo de Alonso Cano

También se cuenta que,  golpeando con su vara una piedra, hizo brotar un manantial, donde se construyó una fuente de la que actualmente beben los madrileños en las fechas de la festividad. Y es que a esta agua se le atribuyen  propiedades curativas, y de ellas han bebido desde plebeyos hasta mismísimos reyes.

Isabel de Portugal, esposa del gran emperador Carlos V, hizo recoger estas aguas para dárselas a beber a su hijo Felipe II ya que estaba  herido de fiebres, esto hizo que se obrara el milagro y el futuro rey sanase, en agradecimiento hizo que construyeran una ermita al santo donde se haya la fuente. En ella reza la siguiente inscripción:

Oh ahijada tan divina como el milagro enseña

Pues sacas agua de la peña milagrosa y cristalina

El labio al raudal inclina y bebe de su dulzura

San Isidro asegura que si con fe  vivieres

Y calentura trujieres  volverás sin calentura.

Fue el primer laico casado en ser santificado y se creía que su cuerpo incorrupto  tenía poderes sanadores, cosa que por supuesto los Austrias utilizaron en diferentes momentos:

Felipe III lo hizo traer para aliviar sus calenturas y Carlos II, el llamado rey hechizado, trasladó las reliquias al Alcázar de Madrid confiando así en su curación después de observar la milagrosa recuperación de su segunda mujer tras aprovechar las virtudes de los restos del santo.

Como veis no pocas las historias y leyendas existentes alrededor de la festividad de San Isidro y sus aguas curativas. Así que a ponerse los trajes de chulapos y chulapas para bailar el tradicional chotis madrileño, y no os olvidéis de degustar las rosquillas del santo, las tontas, las listas, las de Santa Clara o las francesas

¡TU ELIGES!

Texto escrito por Dévora Muñoz

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